La antigua Baza ibérica, Basti, y todo el territorio conocido por las fuentes clásicas e investigaciones arqueológicas como la Bastetania, desempeñaron un papel clave en época ibérica en toda Andalucía Oriental y el Sureste murciano-manchego, donde controlaban las diferentes rutas que comunicaban la costa mediterránea con la Alta Andalucía y la rica zona minera en torno a Cástulo. El siglo IV a.C. supuso un periodo de especial esplendor para los bastetanos que se extendían por el área citada en donde levantaron numerosas ciudades fortificadas u oppida como la propia Basti, junto a las que se extendían ricas necrópolis, como Cerro del Santuario y Cerro Largo, en el caso de Baza o Tútugi (Galera), en donde se han recuperado en diversas excavaciones arqueológicas un variado conjunto de materiales, entre los que se encuentran gran cantidad de piezas griegas, que formaban parte de los ajuares de las tumbas y particulares ritos de enterramiento de los bastetanos, que les diferenciaban de otros pueblos iberos peninsulares. Tal es el caso de su costumbre de enterrar las cenizas de sus muertos de mayor rango social en cajas o cistas de piedra, en cráteras griegas, en estatuas‑urna, como la Dama de Baza o el Guerrero de Baza, y todos ellos además en cámaras funerarias.
Contenidos:
La sala se centra en los contenedores funerarios y ajuares aportados por las necrópolis bastetanas, ya se trate de urnas cinerarias y otras piezas cerámicas indígenas, cajas de piedra (larnakes), piezas áticas de importación, armas de hierro y elementos de adorno y cuidado personal, como joyas, amuletos, ungüentarios, etc.