Con la llegada de los romanos la antigua Basti pasó a ocupar un papel secundario, como ciudad indígena de menor rango, respecto a otras ciudades de nueva creación como Acci (Guadix), si bien conservó parte de su importancia como cabecera de un amplio territorio, pero ahora sometida al pago de tributos a Roma. No obstante se mantuvo un elevado nivel de población, fundamentalmente de carácter rural, centrado en la explotación agrícola de la comarca, de lo que es reflejo la centuríación o parcelación agraria detectada en el Campo del Jabalcón, y en una importante actividad minera en la Sierra de Baza, basada sobre todo en la extracción de oro y galena argentífera (plomo y plata).
Paulatinamente el urbanismo de la vieja Basti ibera se fue transformando. Aunque se mantuvieron sus murallas, surgieron una nueva serie de edificios monumentales, propios de cualquier ciudad romana, como el templo, las termas, el foro con su característico entorno, la basílica, las tabernae, además de otros espacios de carácter doméstico y productivo, que sepultaron los restos del antiguo oppidum bastetano.
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En esta sala se pueden contemplar una interesante muestra de objetos de adorno personal y diversos útiles de uso doméstico. También está presente una amplia gama de la cerámica romana, ya sea como vajilla de lujo, cerámicas comunes de cocina o almacenamiento e incluso una representación de las producciones del alfar de Cueva Morenate, excavado con motivo de las obras de la autovía A-92N. El monetario romano está ampliamente representado con piezas procedentes de las diversas cecas con las que Basti mantuvo estrechas relaciones comerciales. La monumentalidad de la Basti romana está plasmada en las potentes basas de mármol procedentes del foro de la ciudad.