La llegada de los árabes a la Península Ibérica tuvo lugar en el año 711, si bien con anterioridad ya se habían producido algunos leves conatos de invasión. En apenas 10 años ocupan todo el territorio peninsular aprovechando las divisiones internas del reino visigodo, la gran compartimentación administrativa del mismo y la grave crisis demográfica que lo mermaba a causa de la mortandad provocada por la peste. #
En apenas un año fueron cayendo las principales ciudades visigodas como Sevilla, Córdoba, Mérida, aunque ésta resistió algo más de tiempo, y por fin Toledo. A partir de ese momento, y tras una eficaz política de alianzas con los nobles locales, alternadas con campañas militares, los nuevos invasores se concentraron en la conquista de los últimos reductos del norte, llegando incluso a atravesar los Pirineos y ocupando parte del sur francés hasta su derrota definitiva ante los francos. #
La presencia árabe en Hispania, fue la culminación de un avance expansivo por todo el norte africano donde el pequeño contingente originario procedente de Arabia se mezcló con otras etnias y tribus como beréberes, muladíes, sirios, etc., que siempre se enzarzaron en conflictos internos por el poder. Dicha presencia pasó por diferentes regímenes políticos que fueron sucediéndose a lo largo de los casi ocho siglos que permanecieron en nuestro país. Inicialmente, entre el 711 y 756, Al-Andalus, como pasó a denominarse la antigua Hispania, fue gobernada como una provincia dependiente del Califato de Damasco. Entre 756 y 929, tras la caída de los Omeyas en Damasco, se establece en Al-Andalus un emirato independiente que dará paso al Califato de Córdoba, vigente hasta el año 1031. La descomposición del califato cordobés dio paso a un largo periodo de inestabilidad, conocido como reinos de taifas, aprovechado por los cristianos para recuperar gran parte del territorio peninsular. La llegada de los almorávides desde el norte de África, y de los almohades después volvieron a unificar el territorio árabe que quedaría reducido al Reino de Granada, gobernado por la dinastía nazarí, entre los años 1237 y 1492. #
Este largo periodo de presencia musulmana en la Península Ibérica supuso un importantísimo aporte cultural, artístico, económico y científico del que aún se conservan tantas huellas, y del que somos afortunados herederos. #
Desde los primeros momentos de la ocupación musulmana de la Península Ibérica, Baza o Medina Baçta recobró el esplendor o importancia que como ciudad ya tuvo en época ibérica. Las fuentes árabes contemporáneas son muy prolijas en narraciones de la riqueza de sus cultivos, como el azafrán o de sus producciones artesanales como la seda y los tejidos confeccionados con ella que eran muy cotizados en todo el Islam. Como ciudad alcanzó un importante desarrollo, del que son reflejo los restos de su Alcazaba, sus baños de La Marzuela, probablemente unos de los baños públicos urbanos mejor conservados de todo el país y una densa trama urbana de barrios o arrabales de estrechas calles y callejuelas que se extienden en derredor de la medina amurallada, bastante bien conservada a pesar de las agresiones sufridas por el incontrolado desarrollo urbanístico de los últimos años. #
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En esta sala podemos observar una variada gama de piezas cerámicas, con diferentes decoraciones, representativas del largo periodo de presencia musulmana en Medina Baçta, tanto de época emiral, del califato, como de época almohade y nazarí, además de monedas, y objetos de uso común. Los materiales proceden, entre otros lugares, de las excavaciones urbanas que se vienen realizando en la ciudad en los últimos años y de los baños públicos del arrabal de Marzuela, en el actual barrio de Santiago.
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